Colgué en mi puerta un cartel como si fuese modista, ate-ese o quiromante, pero solo soy poeta.
Y el cartel decía así: "se hacen versos por encargo y a medida. Razón aquí." Y me senté a ver la vida, por ver si alguien se acercaba a mí. Fueron pasando los dias, y a falta de parroquianos me convertí en mi clienta más fiel y más devota. Yo me hago mis encargos, me escribo, me contesto, me aguardo silenciosa, me escondo de miradas maliciosas y antes de salir de casa, golpeo con los nudillos en la puerta, imitando, recordando como era una llamada.
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