Mas que hormigas son hormiguitas, pequeñitas, diminutas, enanas, más que enanas, son casi invisibles, hasta que no estan agrupadas no se las puede ver. Y estan en todas partes, han invadido la casa, por lo visto han invadido las casas de todo el vecindario, se han apoderado de las habitaciones, de los restos de comida, del cubo de la basura, de la comida del gato, y se meten en la nevera y no se mueren congeladas, y están en el microondas y no se frien, y se sienten por el cuerpo caminando a pie juntillos, pero son más una obsesión que una realidad de hormiga. No sabemos de dónde salen, dónde tienen instalada la guarida, el cuartel general o el hormiguero. No sabemos de donde proceden, son lo único que le faltaba al gobierno para terminar de rematar un verano desastroso. Al gobierno y a los españoles en general. Aunque para desastre nacional, para colmo de males, para remate del tomate, el posado integral de José María Aznar en el periódico El Mundo. Como cualquier personajillo del corazón que se muere si no sale en las revistas, viene don José y planea rematar Agosto, declarándose a sí mismo Guerrero Legendario de la España que fue y no volverá a ser sin su doctrina.
Como si no tuviésemos bastante con las hormiguitas, que al fin y al cabo son bichitos de Dios y hay que reconocerles el mérito de haber hecho una importante travesía en barco o arca flotante, y afortunadametne se salvaron y hoy pueden estar contando lo molestas que son, y nosotros aguantándolas porque no hay un insecticida que acabe con ellas definitivamente, tenemos que seguir sufriendo la presencia debastadora de un huracán que causa estragos, la berborrea inquietante de un líder del demonio, jugando a ser hormiguilla insufrible, pero invencible, inacabable, eterna. Que dios nos coja confesados si algún día este señor decide volver a entrar en política. O volver a la política activa, porque de la política de despacho, de guerra fría, de Maquiavelo y sucesor otros bigotes, nunca se ha retirado.
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