AGUARDANDO

Comenzaré a archivar las dudas, por si acaso...

domingo, 28 de diciembre de 2008

El silencio de los corderos

Llegó Raquel, se me abrieron las puertas, volqué el agua que contenía el cubo, mojé los pies y me lavé las manos. Sonreí porque la fresca agua me bendecía, me trasladaba desde el páramo al oasis y era tan necesaria como el aire para respirarlo. Y con ella, antes que ella y después, en tropel o guardando un paso distendido y relajado, fueron llegando otros que se sumaron al carnaval de las ideas claras y de las mentes limpias, de los rostros sin pintar, sin accesorios que sirvieran para distraernos de la simple contemplación de una dicha nueva, largo tiempo esperada.

Y yo, que no creía en nada, sonreí agradecida, porque la luz de una mirada que presentía se me filtraba por los nublados de mis dias opacos y comenzaba un nuevo tiempo de buenas y espléndidas cosechas.

Volveré a escribir. Porque de pronto es como si creyera en Dios, como si creyera en mí. Como si volviese a ser fuerte, a tener valor, a confiar en mí, a creerme y soñarme porque alguien más lo está creyendo.

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